El control que vale la pena: «El enfoque en ganarse a uno mismo»

Caraota Digital
10 Min de Lectura
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Por María Laura García

Esta semana ha sido una confirmación poderosa de una verdad que he aprendido a sangre y fuego: la única tarea que vale la pena es el trabajo diario del autocontrol.

A pesar de los inconvenientes y los desafíos que se me presentaron, logré terminar la semana con una profunda satisfacción y, lo más importante, en armonía. Y este logro no fue casualidad. Fue el resultado de una actitud consciente de serenidad, autocontrol y pensamiento positivo.

De hecho, hubo cosas que tuve que posponer, entendiendo que este momento no eran posibles, porque mi salud mental no me permitía seguir nadando contra la corriente. Y si no puedes controlar a otros para que te sigan el paso, solo te queda una opción: o cambias a esos otros, o recalculas tu camino. La resistencia ocasiona enfermedad; el fluir, en cambio, trae paz.

No es sencillo ganarle la batalla a uno mismo. La moderación, el autodominio y ese esfuerzo individual para mejorar la calidad de nuestros pensamientos, de fortalecer nuestra voluntad para ser constantes y valientes, debe ser un esfuerzo cotidiano. Con ello, no solo mejoraremos nuestra salud mental siendo siempre una mejor versión de nosotros mismos, sino que también avanzaremos sin dar lugar a tatas situaciones traumáticas. Siempre buscamos que el mundo mejore en el afuera, pero el asunto está, y solo está, dentro de nosotros.

El verdadero maratón: la transformación interior

Sí, siempre lo escuchamos, quizás lo entendemos, pero no logramos internalizarlo. De unos años para acá, ese ha sido mi verdadero maratón: fortalecer mi espíritu para ganarle la batalla a esa parte de María Laura que no me gusta y que vive saboteando mi decisión de ser feliz y sentirme plena.

Yo sé que, para nosotros los creyentes, esa guía intuitiva que nos lleva a entender y asumir que las prácticas o conductas equivocadas en lo emocional son las responsables de todo aquello que nos daña o que no está bien en nuestra vida, es la voz del Espíritu Santo. Escuchar esa voz interna implica reflexionar, meditar y analizar todo lo que hago o me sucede a partir de mi accionar. Ese continuo revisar mi mundo interno me ha hecho entender, desde lo más sencillo hasta lo más complejo y a su vez que todo puede mejorar si me empeño en pensar y actuar distinto.

Esa contante auto revisión, me ha llevado a comprender que no me puedo sentar a esperar que otros cambien. El cambio es solo mío. Por mil razones distintas y en la medida que pulo mi manera de pensar, sentir y percibir lo externo, en la misma proporción, todo se transforma para bien a mi alrededor. Un ejemplo claro siempre sería: si yo he mejorado todo lo que puedo, he perdonado y he moldeado mi trato para con alguien, y después de mucho perseverar esa persona no cambia, pues es el momento de pasar la página y alejarme. También ha sucedido lo contrario, es decir, que después de tratar con esa misma paciencia y bondad a algunas personas complicadas he disfrutado de los gratos frutos de una relación armoniosa.

Somos catalizadores del cambio, no tiranos de voluntades

El tema aquí es es que yo y tu tenemos la posibilidad de controlarnos nosotros, para con eso impactar de una manera positiva nuestra vida y todo aquello que nos pasa, e incluso para decidir las personas que deben quedarse y aquellas que no deben estar. Por tanto, nosotros nos podemos comportar como verdaderos catalizadores del cambio. Dejar esa tarea a otros es vivir frustrados permanentemente.

Ese es el verdadero control por el cual vale la pena esforzarse: el propio. Intentar hacerlo con los demás o con lo que sucede en la vida, es la forma más expedita para desperdiciarla. Esas personas que pretenden que los demás siempre estén allí, sin asumir que nada ni nadie nos pertenece, y que cada uno siembra sus pérdidas y sus caminos, protagonizan una existencia inútil.

¿No les parece que ya es suficientemente difícil enderezar nuestra vida, vivirla, como para “soñar” o aspirar a mejorar la del otro, o querer que piensen como nosotros, reaccionen como nosotros o decidan como nosotros? ¡Qué locura!

En este sentido, el psiquiatra y neurólogo Viktor Frankl, sobreviviente del Holocausto, nos dejó una lección inestimable: «Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio reside nuestro poder para elegir nuestra respuesta. Y en nuestra respuesta reside nuestro crecimiento y nuestra libertad.» Dejar nuestra paz y nuestro éxito a merced del estímulo ajeno es la negación de nuestra propia libertad. La miseria ajena es solo suya, y tomarla personal es la forma más rápida de replicar esa miseria en nuestra vida.

La recompensa: milagros en abundancia

La verdad, amigos, cuando nos ganemos a nosotros mismos, es decir, tengamos la mayor parte del tiempo dormida esa parte de nuestro espíritu que hace o piensa las cosas mal, o que no quiere agradecer, la que se deja seducir por el miedo o la procrastinación (eso que nos paraliza y nos hace sentir no suficientes), la que prejuzga, la que ve lo malo en los demás y no en sí misma, la que se toma todo personal sin entender que todos tienen sus miserias… Cuando tengamos la fuerza mental para que esa versión de nosotras cada día exista menos, en ese momento veremos cómo los milagros y las cosas buenas a nuestro alrededor comenzarán a surgir en abundancia.

Tips para el Autocontrol y el Éxito como Catalizador

El autocontrol que transforma la vida es un entrenamiento diario de la mente y el espíritu. Aquí tienes una hoja de ruta para cultivar el autocontrol y catalizar tu propio éxito:

1. Audita tu Pensamiento (El Cierre de la Rumiación):

  • Principio (TCC): Los pensamientos negativos son solo hábitos mentales. Identifica la «voz saboteadora» que te paraliza o te hace prejuzgar.
  • Acción: Cuando un pensamiento tóxico surja (Ej.: «Voy a fracasar», «Esa persona lo hace para dañarme»), no lo reprimas, cuestiónalo: «¿Esto es un hecho o una interpretación egoísta? ¿Esta idea me acerca o me aleja de mi felicidad?». La Terapia Cognitivo-Conductual nos enseña que, al cuestionar el pensamiento, debilitamos su poder.

2. La Disciplina de la Pausa:

  • Principio: Cultivar el espacio entre el estímulo y la respuesta.
  • Acción: Antes de reaccionar con rabia, frustración o impulsividad, practica la «Regla de los 3 Segundos». Respira hondo. Pregúntate: «¿Cómo respondería mi versión más serena y abundante a esto?». Esto fortalece tu voluntad y te quita el yugo del arrepentimiento.

3. El Desapego como Estrategia de Éxito:

  • Principio: Nada ni nadie te pertenece. Tu control termina donde empieza la voluntad ajena.
  • Acción: Céntrate en mejorar tu trato. Si la persona no cambia, no te frustres. Recalcula tu camino. El éxito en una relación a veces es saber cuándo pasar la página para preservar tu paz.
    – Acción: Si la meta se pospone, no nades contra la corriente (la resistencia enferma). Acepta la pausa y utiliza ese tiempo para prepararte mejor para el próximo intento. Convierte el delay en entrenamiento.

4. Cosecha Abundancia con la Gratitud y la Voluntad:

  • Principio: La gratitud es el interruptor de la abundancia. La voluntad es el motor del espíritu.
  • Acción: Cultiva activamente la parte de tu espíritu que quiere ver lo bueno de la vida. Agradece, medita, y haz la elección consciente de ser feliz. Elige a diario la voluntad de vivir con propósito sobre la tentación de la procrastinación y el miedo. Es en ese esfuerzo diario donde los milagros comienzan a manifestarse.

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