En una decisión controversial, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, comenzó la demolición parcial del ala este de la Casa Blanca para construir un nuevo salón de baile.
El proyecto, valorado en 250 millones de dólares, contempla un espacio de 8.300 metros cuadrados con capacidad para hasta mil personas, y será según el presidente financiado completamente por donaciones privadas provenientes del mismo Trump y sus aliados.
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«Me complace anunciar el inicio de la construcción en los terrenos de la Casa Blanca del nuevo, gran y hermoso salón de baile», dijo en su anuncio Trump a través de su red social Truth Social.
Agregó que el ala este estaba siendo «totalmente modernizada» y, que será «más bonita que nunca cuando esté completa».
REMODELACIÓN
La obra, liderada por la constructora Clark y la firma McCrery Architects, ha implicado el retiro de ventanas, entradas cubiertas y parte de la fachada que da al Departamento del Tesoro.
Esta zona albergaba históricamente la oficina de caligrafía de la Casa Blanca y servía como acceso para visitas oficiales.
Aunque Trump había prometido que el nuevo recinto sería un anexo sin alterar la estructura original, las imágenes de maquinaria pesada derribando muros han desatado críticas por la afectación al patrimonio histórico.

MODERNIZACIÓN NECESARIA
Trump ha defendido el proyecto como una “modernización necesaria” y un sueño presidencial de más de 150 años. En declaraciones públicas, aseguró que el salón de baile será “muy divertido” e insistió que no costará “ni un centavo al contribuyente estadounidense”.
¿CUÁL ES LA PRINCIPAL PREOCUPACIÓN?
Sin embargo, expertos en conservación como Robert K. Sutton, exhistoriador jefe del Servicio de Parques Nacionales, han advertido sobre la falta de transparencia y el impacto irreversible en un edificio emblemático de la historia estadounidense
Asimismo, la Sociedad de Historiadores de la Arquitectura advirtió que será la primera modificación importante del Ala Este en 83 años. Es por ello, que se pidió un proceso de diseño riguroso. Por su parte, el Instituto Americano de Arquitectos solicitó una revisión transparente del proyecto.
El Ala Este, construida en 1902 y modificada por última vez en 1942, ha sido testigo de múltiples reformas a lo largo de los años. Barack Obama adaptó la cancha de tenis para jugar baloncesto, Richard Nixon transformó la piscina cubierta de Franklin D. Roosevelt en la Sala de Prensa, y Harry Truman supervisó una reconstrucción total entre 1948 y 1952.